Los empresarios coinciden: para internacionalizarse hay que tener un proyecto concreto y definido

Con motivo del 25 aniversario de IBIAE, y en colaboración con Escaparate y Caixa Popular, a lo largo de los próximos meses se llevarán a término una serie de desayunos con empresarios de la Foia de Castalla. Los asistentes dialogan sobre temas de relevancia que forman parte del ámbito empresarial, pero que tienen una clara proyección en la sociedad. Posteriormente, sus conclusiones son trasladadas a la opinión pública para que sean conocidas por nuestro entorno. En esta segunda cita, y bajo el título ‘Internacionalización. Países atractivos y emergentes’, se analizó cómo las empresas han sabido canalizar sus productos o procesos hacia el mercado exterior.

Pepe Verdú, director general de Miniland, quiso diferenciar entre lo que significa vender y estar en países extranjeros. Para ello, puso el ejemplo de su empresa: “Nosotros tenemos una filial en Estados Unidos, que es nuestro tercer mercado, pero el coste es desproporcionado. Aun así, hay que apostar por el crecimiento”. A su juicio, todo debe girar “en función del producto y las características del país”. “Es algo que las compañías deben analizar”, añadió.

El caso del Grupo Bornay es especialmente significativo, a tenor de las palabras de Toni Miró –uno de los responsables de esta empresa implicado en tareas de importación y exportación–, puesto que la firma de Ibi es un referente tecnológico en la fabricación de tubos soldados para automoción. “El tubo es una materia prima y tenemos que estar donde se necesite el producto”, aclaró.

Otra de las empresas de la Foia de Castalla que también ha abierto una oficina en Estados Unidos es Creaprint. Su fundador, Vicente Guillem, contó que todo vino precedido después de participar en una feria en territorio norteamericano. “Se abrieron puertas importantes y ahora somos uno de los diez fabricantes más importantes a nivel mundial de etiquetas IML”. Con todo, apuntó que acceder a este mercado “requiere del cumplimiento de las normas de la siempre exigente agencia FDA”.

Compañía Levantina de Reductores (CLR) es otro claro exponente de cómo una empresa es capaz de reinventarse sobre la marcha. Xavi Gisbert, director general de CLR, relató qué están haciendo para posicionarse y abrirse a cualquier mercado. “Hemos abogado por agudizar el ingenio y enviar un mensaje al mundo: somos ingeniaría de desarrollo de actuadores”. En este sentido, mostró cómo invirtiendo en comunicación a través de las redes sociales están teniendo un retorno. “Compartimos conocimientos y de ello nos vienen contactos de muchos sitios”, insistió.

Francisco Bernabeu, gerente de Puertas Castalla, dejó a todos los presentes atónitos cuando expresó que “antes del 2012 no exportábamos casi nada”. “A partir de esa fecha revolucionamos la empresa y decidimos exportar, haciendo más cosas que puertas”, puntualizó. Sus productos llegan a más de 30 países e incluso cuentan con un distribuidor en Brooklyn (Nueva York). Para dar ese viraje de 180 grados Puertas Castalla ha cambiado sus sistemas productivos, efectuando una fuerte inversión en maquinaria nueva.

Uno de los elementos de confluencia que fue acentuado por todos es la importancia de las alianzas y sinergias que las empresas pueden establecer entre sí para crecer en los distintos espacios de mercado. De hecho, algunas ayudas de carácter público obligan a este tipo de colaboraciones para obtenerlas.

La formación y la mano de obra cualificada, al igual que sucediera en la edición de los desayunos del mes de febrero, volvieron a estar muy presentes en el diálogo. Estos factores son fundamentales para confeccionar y diseñar grupos de trabajo. Los empresarios consideran que para exportar se debe contar con equipos muy preparados en la materia, que dominen el inglés y, si es posible, también la cultura de los países a los cuales se aspira acceder para penetrar en sus mercados. Del mismo modo, coincidieron en que un mismo producto puede funcionar en el mercado europeo y, sin embargo, carecer de éxito en Estados Unidos.