El impuesto al plástico perjudica la competitividad de las industrias de la Foia de Castalla

En los desayunos de IBIAE –en colaboración con Escaparate y Caixa Popular– no podía faltar un encuentro para tratar el reciente impuesto al plástico. Desde enero las empresas que fabriquen o bien adquieran envases de plástico no reutilizable a proveedores en sus negocios deben abonar a Hacienda, con periodicidad mensual o trimestral dependiendo del caso, una tasa de 0,45 céntimos por kilogramo de plástico. España es el único país de la Unión Europea con este tributo en vigor. La Ley 7/2022 está siendo un quebradero de cabeza para las empresas de la Foia de Castalla, que no esconden las dificultades que están teniendo ante este nuevo tributo: «Estamos perdidos».

Son muchos los interrogantes ante los que no encuentran respuesta. Ni siquiera los propios técnicos de Hacienda ofrecen contestaciones claras antes las dudas planteadas. La ley no regula lo que es reutilizable y lo que no lo es. “Quién mide o decide que un envase es para varios usos. La responsabilidad parece que es del fabricante y todo recae sobre nosotros. Es un desastre. Hacienda no sabe qué hay que hacer. Te atienden por teléfono, pero no te dan una respuesta vinculante, nada es por escrito. Una semana te dicen una cosa y a la siguiente otra diferente. Lo que hacen es leerte la Ley 7/2022 y ya luego la interpretas tú«.

Tal y como expresan, “los distribuidores no están obligados a declarar el impuesto en factura. El fabricante sí está obligado”. Advierten que “no existe una homogeneidad en la aplicación”. Todo hace indicar que “con una simple carta del último cliente que te diga que es reutilizable, parece que es suficiente por ahora”, señalan. No obstante, subrayan que “existe un limbo. Sería interesante una certificación que te diga qué es y qué no es reciclable, de un solo uso”. De no ser así, todo ello da lugar a la picaresca. «Hay clientes que te dicen que no se lo apliques o se van a la competencia. ¿Decide el cliente o decido yo?”.

Según sostienen los empresarios de nuestro entorno la coletilla de la ley es “reutilizable para lo mismo que se creó. Estamos a la expectativa para ver qué hacer en el futuro más inmediato. Cuando vengan las inspecciones, veremos qué es lo que sucede porque existen muchas incongruencias. Este impuesto es un tema recaudatorio del Estado. Es una normativa impositiva”, zanjan.

El diario El Mundo publicó el pasado 12 de marzo que el Ministerio de Hacienda estudia fórmulas para facilitar el trámite a las empresas ante la complejidad para determinar la cantidad de plástico no reutilizable que usan en envases o embalajes.

Costes añadidos

Casi sin tiempo de reacción las empresas han adaptado sus estructuras para afrontar este tributo. “Ha habido que hacer una gran inversión para cambiar el protocolo administrativo y de producción. Todavía es pronto para evaluar y calcular lo que esto está suponiendo, pero al final el incremento del coste lo asume el que fabrica. La trazabilidad de cada producto es una locura. Quieren hacer un control de existencias: existencia inicial, entrada y salida. Nadie se imagina lo que esto significa. Es una barbaridad. Esta fiscalidad no tiene sentido”. Además, relatan que artículo por artículo tienen que “discriminar lo que lleva material virgen y lo que no. Se tarda cinco veces más en hacer un albarán. No es nada fácil. Es volver a codificar todas las referencias. De igual forma, si fabricas hacia fuera y es intracomunitario tienes que declarar. Cuando es de fuera, tiene que venir certificado por la empresa a la cual le compras”. Todo esto tiene como consecuencia un incremento del producto final que en unos años ya habrá asumido el mercado.

Por otro lado, nadie sabe de qué manera el Estado va a controlar estas obligaciones que impone la ley. “¿Posee Hacienda inspectores suficientes para cotejar todo? Irán observando anualmente y, más adelante, cuando tengan una estructura para estas cuestiones inspeccionarán”, añaden.

Persecución al plástico

Es muy patente y perceptible que en el sector del envase hay un trasiego hacia otros materiales. “Están inculcando que el plástico es malo. De alguna forma parece que se quieran cargar al sector, o al menos lo están intentando”, confiesan.

IBIAE puso en marcha en octubre del pasado año la campaña ‘Infinitamente reciclable’, donde dejaba patente la importancia del plástico en la vida diaria de las personas. Sin el plástico, el mundo actual no sería viable.

La pretensión es apostar por un ecodiseño para fabricar productos que sean sostenibles dentro de una economía circular. La realidad es que a día de hoy “no hay suficiente material reciclado y además es un material más caro. Tampoco hay infraestructura para recuperar todo el material. Una de las problemáticas del reciclaje es la separación de materiales de una misma pieza. ¿Cómo reciclas eso? Son muchas las variables que intervienen en este proceso”, exponen las empresas del sector. De hecho, el reciclado en el soplado es muy fluido. Tiene que estar muy bien hecho y conseguido el material porque si no hay que volverlo a pasar por filtros. En la inyección, en cambio, obliga a reprogramar una máquina.

Mientras en España la Administración incorpora este nuevo impuesto al plástico, en países como Alemania sucede lo contrario con las botellas de PET y se premia económicamente la devolución del envase. “Aquí siempre la cuestión es penalizar y no bonificar. Sancionar es más fácil”, comentan. No hace mucho tiempo, en el siglo XX más concretamente, también en nuestro país se devolvían las botellas de vidrio.

Reinvención de las empresas de la Foia

El impuesto forzará a nuevas tecnologías para envases también innovadores y agudizará la forma de pensar y el plástico no desaparecerá. La Foia de Castalla es una zona de reinvención y de muchas sinergias. Ha demostrado en las últimas crisis económicas una gran capacidad de adaptación a las coyunturas. “Queremos ir siempre hacia adelante”, proclaman.

Escasez de material y costes energéticos

Durante un periodo de la pandemia hubo carestía y un gran aumento en el precio del plástico. En la actualidad se ha estabilizado y no hay escasez de material virgen pero sí en el reciclado. Si sube, lo hace poco a poco. “Hubo un momento en el que el kilogramo de plástico pasó de 0,95 euros a 2. Ahora está, más o menos, en 1,60 euros”, observan.

Otro aspecto importante que preocupa a las empresas del sector es la poca estabilidad en el precio de la energía. Los costes energéticos se han disparado y buscan soluciones para frenar los altos costes soportados. “El autoconsumo es un tema interesante para tener una visión a largo plazo y rentabilizarlo en un periodo comprendido entre cinco y siete años. Las ayudas para la instalación de placas fotovoltaicas facilitan la inversión de esta fuente renovable”, concluyen.