Un panel de expertos debate sobre el desarrollo urbanístico industrial de la Foia

En los desayunos de IBIAE –en colaboración con Escaparate y Caixa Popular– no podía faltar un encuentro para tratar la situación del suelo industrial en la comarca, un elemento esencial e indispensable para el desarrollo económico de la Foia de Castalla. Voces expertas analizan la complejidad de la cuestión con el objeto de aportar ideas para encontrar una alternativa que facilite la implantación de nuevas empresas y la amplicación de las actuales.

Los procesos para aprobar un polígono industrial son tediosos y requieren de hasta 51 informes de diferentes organismos. A juicio de los presentes en el desayuno, todo ello significa «dilatar en el tiempo la puesta en marcha de suelo a disposición de empresarios y emprendedores. Así las cosas, las inversiones acaban por ralentizarse o, simplemente, se pierden porque las iniciativas buscan otros emplazamientos en los que poner en marcha sus proyectos empresariales».

La carencia de suelo industrial de calidad es una de las problemáticas más recurrentes que arrastran las empresas de nuestro entorno. Por este motivo, es importante que desde la Administración exista una planificación a medio y largo plazo. En este sentido, a tenor de los expertos, el problema es una consecuencia que «viene dándose desde los años 60, debido a que se ha hecho una política de parcelar sectores para hacer naves y edificaciones industriales de un modo calcado a la vivienda residencial. La pregunta es si esa es la única solución. Eso nos ha llevado a la situación actual, puesto que se busca la rentabilidad en el suelo industrial. Se han desarrollado unidades de ejecucióny para salir de esta crisis no puedes estar atado a ideas de hace 30 años. La política pública, además, debe de asegurar la contención de precios y los servicios«.

Para este desayuno IBIAE contó con Enrique Giménez, profesor titular de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universitat Politècnica de València. Con su visión desde fuera, hace una reflexión en la que dice que el espacio entre Castalla e Ibi es el corazón del valle y que ahí está la clave. «Hay que atender urgentemente la situación y buscar la mejor operación. Estas dos poblaciones tendrían que actuar como un único mercado de suelo industrial. Es importante iniciar con Castalla una acción para coordinar el suelo industrial y, entre otras muchas cosas, cambiar la franja de 150 metros entre cada uno de los términos municipales que impide que ese espacio sea industrial. Ibi posee suelo clasificado y Castalla suelo no clasificado. El diálogo entre estos municipios es primordial», destaca.

Según el profesor Giménez es necesario «repensar cómo cambiar el modelo y apostar por un polígono industrial del siglo XXI. Una manera de mejorarlo es hacer industrias con cubos y césped. Visualmente mejora el concepto. Aún puede llevarse más lejos y ACTIU es un ejemplo de cómo colocar una industria en el territorio. Es relevante hacer compatibles los valores del territorio con el entorno. No debe ser algo compacto. El legislador actual no sabe cómo ordenar. El suelo no urbanizable hay que ordenarlo. La ley condiciona, pero tiene márgenes para discutirla».

Otra de las cuestiones analizadas hace incidencia en «evaluar cuántos suelos puedo parcelar para un proceso de densificación y con ello hacer mejor aprovechamiento para implantar pequeños talleres. Para ello, habría que inventariar lo que hay y lanzar un programa con su argumentación. Supondría una nueva compatibilidad de la residencia con la industria. Puede haber más cercanía. Ahí sacamos un campo importante».

Los asistentes al desayuno empresarial clasificaron a las industrias de la Foia de Castalla por su tamaño y las las necesidades para cada una de ellas. «Las pequeñas industrias poseen unas características muy similares. Luego están las industrias que necesitan almacén y, por último, las empresas del transporte. A nivel energético también las necesidades son diferentes. En un enclave como el de Ibi faltan parcelas grandes y pequeñas. La logística necesita espacios de unos 8.000 metros cuadrados,mientras que matriceros entre 800 y 1.000 tendrían suficiente», apuntan.